Drogarse

Algunos  se drogan para animarse,muchos para parar las voces propias del hemisferio cerebral izquierdo,que vive juzgando y valorando excesivamente los hechos,otros se drogan porque se drogan

Jose queria saber

Jose queria saber ,tenia dudas básicas acerca del diagnostico que le habían realizado..
Dudas de los alcances del mal prescripto y en última instancia que chances de sobrevivir tenia.
Quizás deberia aguantar hasta arreglar algunas cuestiones,sobre todo económicas para sostener algún tiempo a su familia a la que creía que debia…………..
La voz medica no le alcanzaba,el profesional que lo atendia era algo parco,de pocas palabras y mirada esquiva.
El diagnostico sin embargo salio como filoso puñal en tierna carne……….
Ud tiene…………..en su próstata,
Un frío pesar se apodero de J.,le llego,lo vivio como la sentencia de pronta muerte.
La muerte pronta era mal dibujada con palabras de consuelo débil y sin convicción.
Salio del consultorio con toda la soledad del planeta junto a su esposa quien arrimaba palabras de afecto sin trascendencia.
Camino hasta la cochera esforzándose a tener pasos seguros de buena voluntad.
Regreso a su casa y trato de pensar en otra cosa.
Veinte minutos pudo hacerlo hasta que prendió su computadora dispuesto a saber………
Queria informarse de las chances y del tiempo que le quedaba, entro en el google esperando las respuestas del oráculo.
Nada le alcanzaba y buscaba con cuerda desesperación contenida algo que le diera una luz de esperanza.
El google cual medico virtual respondía frío objetivo y sin imágenes.
Vertía, le hablaba sobre todo de estadísticas, mientras el seguía buscando alguna palabra de consuelo.
Alguna débil señal luminosa,solo eso le faltaba para intentar “engañarse”,negar o pensar en otra cosa.
A veces cuando uno mas intenta desviar los pensamientos estos parecen se transforman en viciosos perseguidores.
Recogió miles de datos confirmatorios a los que se ligaba casi a modo masoquista……..y seguía buscando algún dato para negar o afirmar otra realidad,para sostenerse un tiempo mayor.
Si bien buscaba jamás creía en que podía encontrar algo,que justificase la búsqueda.
Lo del google era terminante,estaba preso de las estadísticas condenatorias,no habia un renglón de milagros,la presición era tal que en el mejor de los casos debería morir a los 5 años…
El google inexorablemente condenatorio enmarcaba su tristeza creciente.” Se que no tengo que deprimirme pues esto afecta mi inmunidad,por lo menos eso algunos dicen……….
Al fin y al cabo mi terapeuta dijo que nos recorre una linea impredecible,al fin y al cabo también dijo que estamos expuestos a milagros,que hay una cuestión de fe dominante,que…
Sus puños estaban apretados y el estrés dominaba el panorama en esta soledad sorda y vacía de la presición diagnostica, sus manos transpiraban ……………
Se levanto de la computadora y compartió en ausencia la mesa familiar donde todos esquivan la temática de la salud ,le llegaba cada tanto una palmada en la espalda .
Odiaba ser palmeado,le daba la impresión de la hipocresía en la que no se puede reconocer nada de afecto,le olía a despedida y le olía a suerte que sos vos y no yo el que esta jodido.
Le recordaba a un libro de Sastre que había leído en su juventud,…”la suerte esta echada.”Ya estaba encerrado en su destino,alguna vidente algo le habia dicho sobre esto,pero jamas creyó en estas cosas
La noche no fue menos pesada ,el insomnio de ojos abiertos y pensantes en todo o en nada lo abrumaban.
Tuvo en un esfuerzo casi desesperado sexo ,vacio y distante.
Volvio a abrir sus ojos hasta que el cansancio le gano y mal durmió hasta las 7 a.m.
Volvió a la pantalla, quizás algún otro buscador…..,encontraba mas de lo mismo,y todo le confirmaba lo prescripto,se moveria de aquí en mas dentro de un panorama de posibilidades escasas.
La suerte debería acompañarlo y porque no lo impredecible o los milagros que siempre están….pero no creía demasiado en ello,ademas el google era claro……….Estaba atrapado sobre todo por sus pensamientos inexorables,solo quedaba disponerse a morir en tiempo y forma.
……………………

Fue siempre J.responsable,cumplidor y buen hombre,poco rebelde y aceptador de las diferencias ,sin rebelión,tuvo un velorio acorde en estos tiempos en que la muerte del otro ha caído en el olvido.
Vivió y murió como hombre fiel a su devenir , murió en el tiempo acordado entre sus miedos,su medico y su ordenador.
Obediente y correcto hasta las ultimas consecuencias.
Murió triste y en orden,lleno de sentido común, como mueren los “buenos hombres”.
P/d.
Casi una certeza tengo,la gente se muere de si misma ,de sus propios miedos anticipandose a cualquier efecto de la enfermedad,construimos autoprofeticamnte y desde nuestra mente todo aquello que va a ocurrir.

PROVERBIO ORIENTAL

ESCUCHO Y OLVIDO.
MIRO Y RECUERDO.
HAGO Y COMPRENDO.

Las berenjenas

LAS BERENJENAS CURAN EL CANCER   ?


ESCRIBO PARA ACLARAR ALGO DE TODO LO QUE SE DICE DE LA CURA DEL CANCER.
Creo que las berenjenas ,los gorgojos,el veneno de víbora y otras especies curan el cáncer cuando curan el cáncer.Y creo además que las berenjenas,los gorgojos y el veneno de víbora no curan el cáncer cuando no curan el cáncer.
Así planteado el tema nos saca del mundo de las certezas y verdades y nos introduce en una cuestión que pertenece al dominio de aquello a experimentar.
Una vez mas creo que el serio problema que tenemos para mejorar lo que nos ocurre ,es el desconocimiento del funcionamiento de nuestra mente y nuestro cerebro en su participacion en lo que acontece.
La subjetividad ha sido excluida de la ciencia,a tal punto que  un famoso oncólogo de Capital Federal se atreve a decir en forma pública algo así como….”yo no creo que la evolución del cáncer tenga algo que ver con lo que siente y piensa la persona enferma.”
Atribuyendo asi, la génesis y evolución de la enfermedad a factores puramente biológicos.
El duro paso de articular e incluir la subjetividad en la génesis y evolución de la llamada enfermedad sufre de obstrucciones y de ignorancia.
Implica pensar de este modo excluir al sujeto que padece ,en ser parte de la cura.
En la medida que no sea incluido como parte del proceso de reparación posible, se manejan las situaciones con determinismos que definen el tiempo de sobrevida de quien padece,ignorando la catastrófica influencia que tiene el diagnostico y pronostico que se realiza.
A tal punto veo esta situación que he llegado a afirmar que la gente muere mas por diagnostico que por enfermedad.
Y es aquí donde el mundo de imposición de creencias dominantes se impregna creando una atmosfera de cataclismo seguro que intoxica y genera aquello que se prescribe como profecía autocumplidora.
Volviendo a nuestra pregunta original,curan las berenjenas,,,,,,los efectos a producirse en el uso de berenjenas y demás verduras pertenecen al orden de las creencias,a tal punto afirmo esto, que no tengo la menor duda que creencia es creación.
O sea que no es la berenjena lo que puede reparar sino aquello que se cree y crea cuando uno ingiere berenjenas.
El no poder pensar de este modo ha llevado que todos lo días aparezcan remedios naturales o nuevas drogas para “curar el cáncer”,cuando en realidad ya no se trata de efectos objetivos de los agentes de la curación sino un juego vincular entre lo que se ingiere o inyecta y lo que se cree.
Ahora bien la cura podría ocurrir  si las creencias son congruentes,o sea con total convencimiento, fe para la religión y  empoderamiento para la ciencia.
En ambas circunstancias hay un convencimiento intimo, un saber más cercano al orden de” la locura” que de la cordura.
En ambas circunstancias se ha perdido el miedo,al fin y al cabo pegamento de la evolución de lo que nos ocurre.En ambos casos se da lugar al valor en la lucha contra lo que se enfrenta.
Cuando se pierde el miedo en nombre de la fe o del empoderamiento,se genera otro campo de posibilidades ,hay como un traslado de la conciencia hacia otras regiones que brindan otra clase de mirada de lo que ocurre,y por ende otra clase de efectos.
Hasta que podamos jugarnos en ese otro orden de posibilidades las drogas,las berenjenas  y los gorgojos curaran cuando curen y no curaran cuando  no curen.
La lucha congruente,de pleno convencimiento,aparecerá como posibilidad reparadora,no a la resignación,no a la entrega,no a las misiones que justifican la enfermedad.
Posiblemente dejar de sufrir,vencer los miedos propios y los inculcados.
Es muy probable que lo que enferme este relacionado con el modo de vida que llevamos,por lo que me autorizo a pensar que el cambio de modo favorecerá la reparación del cuerpo.
Esta no es tarea simple ni compleja,es solo tarea,,requiere predisposición y coraje,porque los cambios de vida implican trastocar el equilibrio ecológico con   cambio de relaciones,y habrá muchas resistencias contextuales a ello,propias y de los demás.
Ya es tiempo de luchar contra la adversidad con otra clase de experiencias.






Un cuento

El colombre


[Cuento: Texto completo]

Dino Buzzati

Cuando Stefano Roi cumplió los doce años, pidió como regalo a su padre, capitán de barco y patrón de un bonito velero, que lo llevase consigo a bordo.

-Cuando sea mayor -dijo-, quiero navegar por los mares como tú. Y mandaré barcos todavía más bonitos y grandes que el tuyo.

-Dios te bendiga, hijo mío -respondió su padre. Y como justamente aquel día su carguero debía partir, se llevó al chico consigo.

Era un espléndido día de sol; el mar estaba tranquilo. Stefano, que nunca había subido al barco, paseaba feliz por cubierta admirando las complicadas maniobras del aparejo. Y preguntaba esto y lo otro a los marineros, que, sonriendo, se lo explicaban todo.

Cuando fue a parar a la toldilla, el chico, picado por la curiosidad, se detuvo a observar una cosa que salía intermitentemente a la superficie a una distancia de unos doscientos o trescientos metros, allí donde estaba la estela de la nave.

Aunque el carguero volara ya, empujado por un magnífico viento de popa, aquella cosa mantenía siempre la misma distancia. Y, aunque él no comprendía su naturaleza, tenía algo indefinible que lo atraía intensamente.

Al dejar de ver a Stefano por allí, su padre, después de haberlo llamado a grandes voces en vano, abandonó el puente y fue a buscarlo.

-Stefano, ¿qué haces ahí plantado? -le preguntó al verlo finalmente en la popa, de pie, absorto en las olas.

-Ven a ver, papá.

El padre acudió y miró también en la dirección que le indicaba el muchacho, pero no alcanzó a ver nada.

-Es una cosa oscura que asoma cada tanto de la estela -dijo-, y que nos sigue.

-A pesar de mis cuarenta años -dijo su padre-, creo tener todavía buena vista. Pero no veo nada en absoluto.

Como su hijo insistiera, fue en busca del catalejo y exploró la superficie del mar allí donde estaba la estela. Stefano lo vio ponerse pálido.

-¿Qué es? ¿Por qué pones esa cara?

-Ojalá no te hubiera escuchado -exclamó el capitán-. Ahora temo por ti. Eso que has visto asomar de las aguas y que nos sigue no es una cosa. Es un colombre. Es el pez que los marineros temen más que ningún otro en todos los mares del mundo. Es un escualo terrible y misterioso, más astuto que el hombre. Por motivos que quizá nunca nadie sabrá, escoge a su víctima y, una vez que lo ha hecho, la sigue años y años, la vida entera, hasta que consigue devorarla. Y lo más curioso es esto: que nadie puede verlo si no es la propia víctima y las personas de su misma sangre.

-¿Y no es una leyenda?

-No. Yo nunca lo había visto. Pero como lo he oído describir tantas veces, en seguida lo he reconocido. Ese hocico de bisonte, esa boca que se abre y se cierra sin cesar, esos dientes espantosos... Stefano, no hay duda, desgraciadamente el colombre te ha elegido y mientras andes por el mar no te dará tregua. Escucha: vamos a volver ahora mismo a tierra, tú desembarcarás y nunca más te separarás de la orilla por ningún motivo. Tienes que prometérmelo. El trabajo del mar no es para ti, hijo mío. Tienes que resignarte. Por otra parte, en tierra también podrás hacer fortuna.

Dicho esto, hizo invertir el rumbo inmediatamente, volvió a puerto y, con el pretexto de una inesperada indisposición, desembarcó a su hijo. Luego volvió a partir sin él.

Profundamente agitado, el muchacho permaneció en la orilla hasta que la última punta de la arboladura se sumergió detrás del horizonte. Más allá del muelle que cerraba el puerto, el mar quedó completamente desierto. Pero, aguzando la vista, Stefano alcanzó a distinguir un puntito negro que aparecía intermitentemente sobre las aguas: era «su» colombre, que iba lentamente de aquí para allá, empeñado en esperarlo.



Desde entonces se emplearon todos los recursos posibles para alejar al muchacho del deseo del mar. Su padre lo mandó a estudiar a una ciudad del interior distante centenares de kilómetros. Y durante algún tiempo, distraído por su nuevo ambiente, Stefano dejó de pensar en el monstruo marino. Sin embargo, cuando en las vacaciones de verano volvió a casa, lo primero que hizo en cuanto dispuso de un minuto libre fue apresurarse a ir a la punta del muelle para hacer una especie de comprobación aunque en el fondo lo considerase superfluo. Aun admitiendo que toda la historia que le contara su padre fuera verdadera, después de tanto tiempo el colombre sin duda habría renunciado a su asedio.

Pero Stefano se quedó allí parado, con el corazón desbocado. A unos doscientos o trescientos metros del muelle, en mar abierto, el siniestro pez iba arriba y abajo con lentitud, sacando de cuando en cuando el hocico del agua y volviéndolo hacia tierra, como si mirase ansiosamente si Stefano Roi aparecía por fin.

De esta suerte, la idea de aquella criatura enemiga que lo esperaba noche y día se convirtió para Stefano en una secreta obsesión. E incluso en la lejana ciudad le ocurría despertarse en plena noche víctima de la inquietud. Estaba a salvo, sí, centenares de kilómetros lo separaban del colombre. Y, sin embargo, sabía que más allá de las montañas, más allá de los bosques, más allá de las llanuras, el escualo lo aguardaba. Y que, aunque se trasladara al continente más remoto, el colombre se apostaría en el espejo del mar más cercano con la inexorable obstinación de los instrumentos del destino.

Stefano, que era un muchacho serio y diligente, continuó sus estudios con provecho y apenas fue un hombre encontró un empleo digno y bien remunerado en un almacén de la ciudad. Mientras tanto, su padre murió víctima de una enfermedad. Su viuda vendió su magnífico velero y el hijo se halló en posesión de una discreta fortuna. El trabajo, las amistades, las distracciones, los primeros amores: ahora Stefano se había hecho ya su vida, pero, a pesar de todo, el pensamiento del colombre lo perseguía como un espejismo a la vez funesto y fascinante; y, con el paso de los días, en vez de desvanecerse, parecía hacerse más insistente.

Grandes son las satisfacciones de la vida laboriosa, holgada y tranquila, pero aún mayor es la atracción del abismo. Apenas había cumplido Stefano veintidós años cuando, tras despedirse de sus amigos y abandonar su empleo, volvió a su ciudad natal y comunicó a su madre su firme intención de seguir el oficio paterno. La mujer, a quien Stefano jamás había hecho mención del misterioso escualo, acogió con júbilo su decisión. En el fondo de su corazón, que su hijo hubiera abandonado el mar por la ciudad siempre le había parecido una puñalada a las tradiciones de la familia.

Y Stefano comenzó a navegar, dando prueba de dotes marineras, de resistencia a las fatigas, de ánimo intrépido. Navegaba, navegaba y en la estela de su carguero, de día y de noche, con bonanza y con tempestad, se afanaba el colombre. Él sabía que aquella era su maldición y su condena, pero quizá por eso mismo no tenía fuerzas para apartarse de ella. Y a bordo nadie veía el monstruo excepto él.

-¿No ven nada por allí? -preguntaba de cuando en cuando a sus compañeros señalando la estela.

-No, no vemos nada. ¿Por qué?

-No sé. Me parecía...

-¿No habrás visto por casualidad un colombre? -decían ellos entre risas al tiempo que tocaban madera.

-¿De qué se ríen? ¿Por qué tocaban madera?

-Porque el colombre es un bicho que no perdona. Y si se pusiera a seguir a esta nave, eso querría decir que uno de nosotros estaba perdido.

Pero Stefano no cedía. La constante amenaza que iba en pos de él parecía más bien multiplicar su voluntad, su pasión por el mar, su arrojo en los momentos de fatiga y peligro.

Una vez se sintió dueño del oficio, con el pequeño caudal que le había dejado su padre adquirió junto con un socio un pequeño vapor de carga, luego se hizo su único propietario y, gracias a una serie de travesías afortunadas, pudo a continuación comprar un verdadero buque mercante y apuntar a metas cada vez más ambiciosas. Pero los éxitos, los millones, no conseguían apartar de su ánimo aquel continuo tormento; y nunca, por otra parte, se le pasó por la cabeza vender y retirarse a tierra para emprender negocios distintos.

Navegar, navegar, ése era su único afán. Apenas ponía pie en cualquier puerto después de largas travesías, en seguida lo espoleaba la impaciencia por partir. Sabía que allá lo esperaba el colombre y que el colombre era sinónimo de perdición. Era inútil. Un impulso indomable lo arrastraba de un océano a otro sin descanso.



Hasta que de pronto un día Stefano reparó en que se había hecho viejo, viejísimo; y ninguno de los que lo rodeaban sabía explicarse por qué, siendo rico como era, no dejaba por fin la azarosa vida del mar. Viejo, y amargamente infeliz, porque toda su existencia se había gastado en aquella especie de loca fuga a través de los mares para escapar de su enemigo. Pero para él siempre había sido más fuerte que la dicha de una vida holgada y tranquila la tentación del abismo.

Y una tarde, mientras su magnífica nave se hallaba fondeada frente al puerto donde había nacido, se sintió próximo a morir. Entonces llamó a su segundo oficial, en quien tenía mucha confianza, y le instó a que no se opusiera a lo que pensaba hacer. El otro se lo prometió por su honor.

Una vez seguro de esto, Stefano reveló al segundo oficial, que lo escuchaba turbado, la historia del colombre que durante casi cincuenta años lo había seguido sin cesar inútilmente.

-Me ha seguido de un confín a otro del mundo -dijo- con una fidelidad que ni el amigo más noble habría podido mostrar. Ahora me voy a morir. También él, ahora, estará terriblemente viejo y cansado. No puedo traicionarlo.

Dicho esto, se despidió, hizo arriar un bote y, después de hacer que le dieran un arpón, partió.

-Ahora voy a su encuentro -anunció-. Es justo que no lo defraude. Pero lucharé con las fuerzas que me quedan.

Con débiles golpes de remo se alejó del barco. Oficiales y marineros lo vieron desaparecer a lo lejos, sobre el plácido mar, envuelto en las sombras de la noche. En el cielo, como una hoz, lucía la luna.

No tuvo que esforzarse mucho. Súbitamente, el horrible hocico del colombre emergió al lado de la barca.

-Aquí me tienes por fin -dijo Stefano-. ¡Ahora es cosa nuestra!

Y, reuniendo sus últimas energías, levantó el arpón para lanzarlo.

-Ah -se quejó con voz suplicante el colombre-, qué largo camino hasta encontrarte. También yo estoy destrozado por la fatiga. Cuánto me has hecho nadar. Y tú huías, huías. Y nunca has comprendido nada.

-¿Por qué? -dijo Stefano picado en su orgullo.

-Porque no te he seguido por todo el mundo para devorarte, como tú pensabas. El único encargo que me dio el rey del mar fue entregarte esto.

Y el escualo sacó la lengua, tendiendo al viejo capitán una esfera fosforescente.

Stefano la cogió entre los dedos y miró. Era una perla de tamaño desmesurado. Reconoció en ella la famosa Perla del Mar que procura a quien la posee fortuna, poder, amor y paz de espíritu. Pero ahora era ya demasiado tarde.

-Ay de mí -dijo meneando tristemente la cabeza-. Qué horrible malentendido. Lo único que he conseguido es desperdiciar mi existencia; y he arruinado la tuya.

-Adiós, hombre infeliz -respondió el colombre. Y se sumergió en las aguas negras para siempre.



Dos meses más tarde, empujado por la resaca, un bote arribó a una áspera escollera. Fue avistado por algunos pescadores que, movidos por la curiosidad, se acercaron. En el bote, todavía sentado, había un blanco esqueleto; y, entre sus dedos descarnados, sujetaba un pequeño guijarro redondo.

El colombre es un pez de grandes dimensiones, espantoso a la vista, sumamente raro. Dependiendo de los mares y de los pueblos que habitan las orillas, recibe también el nombre de kolomber, kahloubrha, kalonga, kalu-balu, chalung-gra. Curiosamente, los naturalistas desconocen su existencia. Hay quien sostiene que no existe.

FIN

YA HE VISTO

Ya he visto cientos de personas que mueren a la edad que creen que van a morir

Asi

Asi como son tus deseos sera tu voluntad,asi como es tu voluntad sera tus actos,asi como son tus actos sera tu destino

La cirugia

La cirugia es indispensable para sacar "las cosas malas "de raiz,pero no suele llegar a la raiz de las cosas,ya que solo trabaja con lo visible y no suele tocar el proceso generador de lo que ocurre.

Mito

A alguien le dije....el mito de la objetividad,y el me contesto ..el mito de la subjetividad,solo que el mito de la subjetividad es apropiado,es deconstructivo es retoricamente favorable al poder del hombre.

Fumar

Todavia suelo escuchar si a los pacientes que estan por morir se les ha de permitir fumar marihuana. ?????

Trabajo

Ademas trabajo para ayudar a sacar la basura del domicilio propio

Trabajo

Trabajo para,entre otras cosas,para atenuar mandatos y exigencias.

El ser "paciente"

Yo llamo a la rebelion de los "pacientes ",sobre todo a la de los pacientes pacientes.
La paciencia que opera en los pacientes viene connotada de valor como si fuera o fuese una virtud.
Esto es fruto de la ignorancia y de las religiones mal entendidas.
La paciencia como virtud univoca ,implica un gesto de aceptacion del destino,resignacion y concesion del poder a quien circunstancialmente lo ejerce ,como el medico.
Suele implicar sometimiento,
"Sientate en tu casa y veras pasar el cadavrde tu enemigo".LO UNICO QUE HAN DE PASAR SON ALGUNAS CUCARACHAS.
LA ESPERA HA SIDO MAL CONNOTADA Y NO VALORADA EN FUNCION DE SU EFECTO.
"Quien espera desespera",no se si es asi, quien espera comparte la vida con quien desespera,me parece mas real.
"A dios rogando con el mazo dando,"es mas clara filosofia de trabajo.
La rebelion frente a la autoridad es poder pensar cuando hace falta pensar,es no aceptar ni palabra ,ni gesto,ni mirada que implique sufrimiento o muerte.Es entender de la ignorancia de los que supuestamentesaben,y del poder qi¡ue tienen las palabras o las prescripciones.
Es entender que todo transcurre en un campo retorico y por lo tanto no hay verdad sino suposiciones estadisticas,es no creer que tenemos tiempo de vida determinado segun la "enfremedad" que padecemos.
Es comenzar a recuperar el poder de que podemos ayudar a cambiar el orden de los acontecimientos dede nosotros mismos.
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estres

Las causas de nuestros sufrimientos no se refieren a aquello que nos ocurre ,sino a la clase de relacion que tenemos con ello

Medicar

Medicar mucho es entender poco.

EL GESTO

EL GESTO HUMANO SUELE SER GESTO INMUNE.

por que?

Por que las mismas enfermedades con tan distinta evolucion,algo nos estamos perdiendo.

Vamos siendo lo que vamos pensando,lo que sentimos,lo que creemos

Hemos aceptado naturalmente ciereto orden de acontecimientos destructivos,hemos creido en ello,y estamos presos de lo que nos hemos creido.
Hace falta la revolucion para enfrentar los habitos inutiles y las creenciasque nos llegan desde el poder.
Sino viviremos en una esfera toxica de creencias y mandatos.
Sino seremos dominados por lo autoprofetico.

tristeza

Cada vez veo mas gente que muere inutilmente en nombre de la suposicion de la "enfermedad",cuando en relidad se muere de miedo a morir.